The Anger Is Power [Killgrave]

Quien soy? Donde estoy? Era la principal pregunta que me hacía cada que vagaba por aquellas calles que muy a la fuerza me costaban recordar. Tenía una gran confusión dentro de mi mente, que debía hacer? Que debía pensar? No lo se, mi mente, yo, todo mi ser era errático. Caminaba por los bajos barrios de aquella gran ciudad; mi vestimenta era la misma que usaba al morir, llevaba el pantalón ajustado y el top que hacían conjunto al traje de “The Canary” acompañada de un saco beige y un par de botas café, menuda combinación. Mi paso era lento, mi vista iba dirigida a todas partes, como si alguien o algo me siguiera. Unas voces captaron mi  atención, solamente los admire, estos hombres… querían algo de mí; se acercaron y comenzarón a tocarme, mi pelo, mis manos, mi busto.

Una sonrisa un tanto macabra se dibujó en mi rostro, tome la mano de uno de los hombres rompiéndola el acto, tome a otro de los hombres golpeando sus bajos seguido de su rostro, al tercer hombre lo agarre del cuello de la camisa para así darle una merecida patada en el estomago. Ahí tenia a los 3 hombres a mi merced, me aproxime al primero a quien levante y golpee repetidas veces con diferentes técnicas de combate, a lo mucho le había hecho ya varias fracturas, además de haberlo dejado ya sin dientes. Al segundo hombre, quien fue quien me toqueteo de manera lujuriosa, revise sus bolsillos sacando así una navaja; baje sus pantalones para así cortar su miembro y aventarlo lo mas lejos que pude, al 3er hombre lo tome del cuello, comenzando a asfixiarlo para así terminar su vida al momento de romper su cuello.

La locura y la ira podían verse desde mis ojos, fue en ese instante que un destello rojizo llamo mi atención hasta que se poso frente a mi “Ta-er al-Safher de la tierra, tienes una gran ira en tu corazón, bienvenida a los Red Lantern Corps” el anillo se postro frente a mi, la tentación, el poder, la sola idea de poder asesinar en mis manos a aquellas dos mujeres a Dinah Lance y Thea Queen… extendí mi mano mientras el anillo se colocaba en mi dedo, en aquel instante me vi cubierta de aquel aura rojiza, revelando así un traje similar al del Canario, pero esta vez rojo con el emblema de los Red Lanterns en el pecho.


Mi victima iba corriendo a toda velocidad, era rápido, pero no le llegaba a los talones a Flash o alguno de sus allegados velocistas. La misión era sencilla, capturarlo y eliminarlo. Cuando por fin lo deje acorralado, comencé a golpearlo con diferentes ataques provenientes de mi anillo, estuve a punto de dar el golpe de gracia cuando escuche aquella voz pidiendo que me detuviera – Como usted ordene… Killgrave -

Era difícil seguir los pasos de aquel sujeto, por suerte mi chica podía hacerlo con facilidad; ¿el único problema? Seguirle el paso a mi chica.

Pero pronto lo acorraló en un punto de dónde el objetivo no tuvo escape. Ta-er comenzó a golpearlo de distintas maneras, haciendo gala de variadas técnicas provenientes de ese maravilloso anillo y del infinito odio que lo alimenta. Sonreí al ver como hacía gritar al pobre bastardo de dolor, pero pronto lo acabaría y por ahora no me apetecía que lo hiciera.-Alto, querida, aun no lo  mates.-

-¿Lo ves?-Le dije al tipo, acercándome.-¿Ves lo que esta belleza es capaz de hacer? Obviamente yo pude hacer que te detuvieras y te lanzaras por la ventana de un edificio muy alto, pro no es ni la décima parte de divertido de lo que es esto, así que la próxima vez que pienses que puedes burlarte de mí, te doy un consejo... ¡¡¡NO LO HAGAS!!!-

El tipo se encogió un poco en su sitio, luego tuvo un arranque de valentía y se atrevió a encararme, incluso a escupirme. Haciendo un gesto de desagrado. Saqué mi pañuelo y limpié la zona en que me había mancillado.-Ta-er, acabalo de la forma más dolorosa que puedas.-

Me aparté para permitir que mi chica actuara y tener un lugar preferencial para observar. Era un deleite mirarla trabajar, usar todo s poder suyo para cumplir una orden mía, todo ese poder bajo mi control; desde Jessica no había tenido la gran fortuna de encontrar un tesoro de tal magnitud.

Cuando ella terminó mi encargo, sonreí de nuevo.-Bien hecho, linda. Vamos, sonríe.-Le dije, esperando su obediencia.-Ven a mi lado, así es, buena chica. Vamos, volvamos a casa.-

En aquel momento mi cuerpo flotaba y estaba rodeado por aquella aura rojiza, la cual desapareció en el momento que mis pies tocaron el suelo. Retrocedí y abrí paso a Killgrave; este entro al callejón, le seguí con la mirada, más que nada impresionada por aquel hombre y su gran nivel de poder. Escuche atentamente cada una de sus palabras dirigidas al pobre imbécil que yacía rendido en el suelo, una risa se dibujó en mi rostro, los gritos y sollozos del hombre hacían que mi día fuera más… perfecto, fuera ideal. Cuando aquel hombre tuvo la “valentía” de atacar a mi señor lo único que en aquel momento se me vino en mente era el hacerle daño, mucho daño, pero… no pude, no podía, a no ser que él me lo ordenara.

Y ahí estaba, la orden que tanto ansiaba, sonreí levemente, dejando ver en mis ojos el odio, la furia y la aparente locura que tenía encima, aquella aura rojiza otorgada por el anillo volvió a rodearme, me acerque al hombre mientras, de una forma realmente asquerosa, me las arreglaba para esculirme sangre en los pies, era un velocista, que mejor regalo que ese, dejarlo sin cómo moverse. El hombre grito de dolor, pero no me importo, me agache y me arrastre hacía el mientras mi mano recorría su pierna hasta llegar a su miembro, lo masajee unos instantes para así presionar con una fuerza sobrenatural, dejándolos hecho papilla, pronto una mancha roja hizo acto de presencia, yo simplemente reí.

Con mi anillo lo levante en el aire, me puse a su altura para así con mi mano atravesar su pecho; sacando su corazón aun latiente en el acto. El cuerpo inerte del hombre cayó al suelo mientras aventaba el corazón lo más lejos posible. Limpie la sangre de mi boca para así caminar a lado del hombre que me había dado voz – A casa? Tan pronto? – Pregunte en el momento que mi ropa cambiaba de forma, dejando notar así una ropa más invernal pero a su vez elegante – Si apenas acabamos de llegar – Dije con reproche.

Me encantaba la forma en la que Ta-er cumplía con mis mandatos; era una forma visceral y explícita, pero realmente encantadora e imaginativamente cruel.Me costaba creer que la pobre fuera tan seria y callada si no se hallaba a mi lado.

Cuando comenzamos a andar y me respondió, sonreí; pasé mi mano alrededor de su cintura, estrechándola hacia mi mientras caminabamos por la calle; parecíamos una pareja más del montón... sólo que con más clase. La miré de reojo y mi sonrisa se amplió más; adoraba ese gesto de niña traviesa.

-Bueno, acabamos por hoy, no habría más que hacer por ahora; pero te diré algo, te has portado muy bien y mereces un premio. Te llevaré a cenar, a aquel restaurante italiano; podemos pedir ese exquisito plato de pasta y algo de carne a la bolognesa, ¿te parece bien? Dímelo.- Le ordené, pues sabía que sólo con mis palabras podía hacer que ella respondiera.

Me agradaba mucho mi nueva adquisición, y he de decir que me sentía más pleno con ella de lo que llegué a sentirme alguna vez al lado de Jessica. De hecho, quizá algún día llevaría a Ta-er a conocer a Jones, sólo para que le diera una lección de lo que una buena chica sabe hacer.

Y esperaba también que a la imbécil de Dinah Lance no se le ocurriera seguir moviendo las aguas, porque se arrepentiría; no permitiría que me quitara a mi chica tan fácilmente.

Nos abrimos paso entre la gente, Killgrave me sostuvo en todo momento de la cintura, junto a el, sentía que tenía un alma, que no era más que un cascaron vacío. De no ser por el seguiría recorriendo las calles balbuceando palabras en árabe con el propósito de asesinar a aquellas que me trajeron de vuelta a la vida, por qué motivo? No lo sabía, pero las odiaba por aquel acto. Escuche atentamente sus palabras, como cada una de ellas desbordaba aquella elegancia inglesa que emanaba de su ser – Hay restaurantes italianos en Rusia? – Pregunte con impresión, que tonta podía ser – Si… y quizá después tu y yo podamos ir a algún lado y… meternos en problemas – Dije mientras besaba sus labios seguido de un fuerte agarrón hacía su parte trasera, no me importaba que la gente se nos quedara viendo, si para el era indiferente para mi más. Antes de poder hacer o decir algo, nos vimos rodeados por cientos de patrullas, sus agentes se bajaron y apuntaron sus armas en nuestra contra, quienes se creían para hacerlo? Si por mi fuera ya los tendría muertos en el piso, pero Killgrave, mi amo y señor aun no había dado la orden; solo me quedaba esperar.

Su pregunta desbordaba una inocencia maravillosa que me encantaba, lo cual provocó que riera abiertamente mientras la estrechaba contra mí. Pero después de eso me hizo una propuesta que sólo un loco podría despreciar. Di un pequeño salto al sentir su mano en aquella zona, pero acaricié su cadera en señal afirmativa mientras correspondía a aquel beso.-Claro querida, nada me complacería más.-

Sin embargo, tras dar algunos pasos aparecieron algunas patrullas. De pronto bajaron varios oficiales y nos apuntaron, alguno de ellos gritó una sandez en ruso, sobre qué estábamos arrestados y cosas así.

-Oh,déjense de tonterías.-Les dije en su idioma.-Tranquila, querida.-Le susurré a Ta-er, pues notaba sus ansías de lanzarse contra ellos.-Señores, bajen lancen sus armas al piso y ni piensen en retomarlas de nuevo.-Al instante, todos los oficiales lanzaron sus armas al suelo, mirándose entre ellos al no comprender porqué lo habían hecho.-Bien, quiero que se queden en sus lugares y ni piensen en moverse. Verán, tenemos planes para esta noche y no me apetece en lo absoluto descartarlos sólo por culpa suya, así que...Miré a mi chica.-Querida, encárgate de todos ellos por favor, hazlo de la forma que más te agrade.-

Una sonrisa se dibujó en mi rostro al escucharle hablar, estaba ordenando, hablando y ordenando lo que me tocaba hacer. Mi cuerpo se vio rodeada por aquella aura roja mientras en el acto mi ropa cambiaba por la de Red Canary. Mis ojos demostraban el odio y la furia, podía sentir como mi sangre hervía de rabia, coraje y odio, el asesinarlos, el cumplir con las ordenes de Killgrave me hacían sentir realizada, aparte de que me ayudaba hasta cierto punto, olvidar que no tenía alma… Mi padre y Dinah lo habían dicho, pese que en aquel momento estaba perdida, recordaba aquellas palabras. Camine lentamente en dirección a uno de los oficiales de policía – Quien morirá primero? – Pregunte en un perfecto ruso proseguí con mi caminata para así llegar a una hermosa rubia de ojos azules, tez blanca y cutis perfecto, la bese apasionadamente para así darle un agarrón en su busto derecho, baje mi mano hasta su abdomen y sin un esfuerzo lo atravesé, sacando en el acto sus intestinos – Lo siendo dulzura – Reí para así caminar de policía en policía, matando a cada uno de formas diferentes, ya fuera con fuerza física o con ayuda de mi anillo. Una vez que termine me reencamine hacía mi hombre – País a donde vamos, país que nos persigue – Puse una cara de tristeza, mas que nada un puchero – Creo que es mejor volver a casa, allá al menos tenemos inmunidad – Dije a Killgrave en español.

Al verla avanzar hacia los policías y hablarles de esa manera una oleada de total satisfacción recorrió mi ser. Sí, ella era perfecta, era maravillosa, mucho mejor de lo que Jessica pudo haber sido nunca; Ta-er era una joya y tenía yo el privilegio de poseerla, la mejor de mi colección... Aunque siendo sinceros, desde que me hice con ella no tuve necesidad de buscar otra más.

Miraba como besaba a la rubia para luego atravesarla de aquella forma, lo cual me hizo emitir un grito de emoción seguido de una larga risa, sobre todo al verla avanzar de policía en policía, acabando con ellos de tan distintas y sanguinarias maneras que alimentaban mi propia sed. Cuando acabó y se acercó a mí, la abracé, besando su frente como un padre cariñoso haría con una hija.

-Como lo desees, dulzura, esta noche te lo has ganado y sabes que no siempre suelo complacer a otras personas, pero dime, ¿ya no deseas ir a cenar?- Le dije, frotando sus manos ensangrentadas para disipar un poco el frío del lugar. Cualquiera que nos viera en ese momento, obviando la matanza de oficiales, pensaría que éramos una pareja en luna de miel. Comencé a andar, retomando nuestro camino abruptamente cortado por la intervención policíaca, para ir por nuestro sendero.

Pero en el cielo apareció un helicoptero, también de la policía. Nos alumbraron con un gran reflector y ordenaron que nos detuviéramos. Hastiado por tanta interrupción, miré a mi chica.

-Querida, encargate ¿sí?-

Aquel anillo me daba fuerza, poder, odio; amaba ser una Red Lantern. La prensa había empezado a llamarme Red Canary, sabían quién era, en un principio era simplemente el Canario, después surgió Dinah como Black Canary, la prensa no tardó en hacer la asociación entre ambas y nuestra madre, la Black Canary original. Mi muerte fue algo publicó, la prensa cubrió la nota. Ante la Liga, el Team Arrow y los demás, Sara Lance había muerto en manos de un desconocido; jamás me imagine estar de vuelva, no al menos de esta forma.

Había terminado con aquellos oficiales, la sangre, partes de cuerpos y viseras manchaban de rojo la calle, mire a Killgrave con una leve sonrisa – Aquí no podemos divertirnos, mucho menos tener una cena decente – Contesté con un puchero, me estremecí un poco al sentir sus manos sobre las mías, la sensación de calor era placentera, aunque esto se vio interrumpido cuando apareció aquel helicóptero. Al escuchar la petición de Killgrave mis ojos destellaron de aquel poderoso color rojo otorgado por el anillo.

Di el salto en el aire para así irme en contra de mis atacantes; mientras me acercaba a ellos, estos comenzaron a disparar con aquellas armas que poco daño, si eso, podían hacerme. Logre montarme al helicóptero, golpee a uno de los hombres, desarmándolo en el acto; lo avente al vació, seguro su sangre haría un bonito decorado. Golpee a otro de los hombres para así estrellar el rostro del piloto sobre los controles de vuelo, salí del vehículo para así volver al lado de mi “amante” mientas frente a nosotros, aquella nave voladora se estrellaba y explotaba en el instante.

Me quedé en mi lugar, tranquilamente, mirando como mi chica salía hacia arriba y caía sobre aquel aparato, haciéndose cargo con facilidad de aquellos hombres, incluso uno cayó sobre el asfalto destrozándose por completo; tuve que dar unos pasos atrás para evitar ser salpicado por las vísceras y la sangre de aquel pobre infeliz.

Tras acabar con todos ellos, Ta-er volvió junto a mí al tiempo que el aparato caía no muy lejos y se hacía trizas en una bola de fuego, hierro y vidrio.

-¡Excelente!-Exclamé al tiempo que la abrazaba y besaba sus labios. Rodeé su cintura y comencé a avanzar en sentido contrario a la masacre, nuevamente como un par de amantes que pasean en su luna de miel. A lo lejos se escuchaban sirenas de ambulancias que se dirigían a la escena.

Al alejarnos a buena distancia del lugar, tomamos un vehículo y nos dirigimos al aeropuerto, dónde teníamos dispuesto un avión para nosotros. Lo abordamos rápidamente y sin esperas, despegando casi de inmediato.

-Sirveme un martini, querida y prepara uno para ti.-Le dije al tiempo que tomaba asiento.