I hate ties

No es que me gustara viajar mucho a Europa, la última vez que vine, fue a Francia, me tocó enfrentarme a un grupo de mimos mecánicos, eso era lo más ridículo a lo que él había enfrentado alguna vez en la vida, o sea un grupo de mimos robots manejados por una “mente maestra del crimen” los europeos en serio estaban faltos de imaginación o en su defecto tenían sobra de imaginación, pero ahora las cosas eran diferentes, necesitaba información sobre un criminal de alto calibre y solo había una organización en todo el mundo con la capacidad de mantenerse en secreto para muchas agencias incluyendo para el régimen y ello… Bueno, ello me servía para sacar información… Así como eran secretos tenían información de alto calibre… Kingsman Secret Service… Verdaderos caballeros, incluso para vestir, cosa que no compartía.

No era de los que salía en la noche, era un murciélago diurno, incluso en Inglaterra, podía escuchar “God Save the Queen” en mi cabeza, en especial cuando entraba a la sastrería del buen hombre conocido como Harry Hart ¿cómo sabíamos de ellos? Bueno, la familia del murciélago no es que sea bastante secreta, pero al menos los conocimientos que tenemos y sus identidades lo son, la mía no, ya morí. El lugar era bastante decente, mucho más de cómo yo venía. Mi casco rojo, un chaleco café con el murciélago para cambiar la indumentaria de siempre, una capucha del mismo color sobre mi cabeza y de resto el traje habitual, gris, negro, cuchillas, espadas y pistolas. –Se que no me veo como alguien que quiero mandarme a hacer un traje así que seré directo. –Le dije al recepcionista. –Soy Jason Todd, conocido mundial y casi universalmente cómo The Red Hood y vengo buscando al señor Hart. –No puedo decir que me nacía bastante combatir con Hart, porque bueno, a veces se me salían las ganas de pelear por los poros, pero él tenía información valiosa, así como muchas veces nosotros teníamos información valiosa… Solo que ellos jamás habían venido a nosotros por ella.

A todas estas… ¿Por qué hablo de nosotros? La familia del murciélago y yo no estamos en la misma sintonía, no pertenecía a ella. Un encuentro con Barbara y ya me empezaba a sentir en casa, necesitaba definitivamente alejarme de todos por igual, no de la CIA o lo que quedaba de ella, me estaban pagando bien por hacer el trabajo que su corto personal no hacía ahora.

La llegada de Hart fue con toda la parsimonia que yo sospechaba que tendría. Llegó con mucha calma y con voz calmada me permitió seguir a la oficina con él, a pesar de que hablaba con calma y con clase, se notaba que de alguna manera era bastante ofensivo con lo que decía, normalmente no veía problema en que alguien me llamara Red Hood, pero la simple pregunta era un simple insulto a lo que era como persona o como “héroe”, suspiré hondo y miré su oficina, sí bien era ostentosa no se comparaba con la oficina de estar de Bruce, pero había que reconocer que tenía buen gusto. Me senté en una silla y le mire directamente, sí no fuese por mi casco rojo vería que realmente estaba mirando su traje, me veía bien con traje… Podía usarlo sí quisiera, pero me sentía como un perro amarrado cuando tenía uno.

–Puedes llamarme como te plazca, Hart… Pero recuerda algo… –Hice una pausa y me crucé de brazos. –Todo el que me llame Red Hood es porque está dispuesto a asesinarme o ponerme preso… Más la primera que la segunda. –Removí la capucha de mi cabeza y presioné los botones detrás de mi nuca, mi casco se levantó y dejó salir un poco de humo. Natural, un poco de aclimatación ¿realmente creen que usaría un casco y me dejaría cocinar la cabeza? La tecnología robada de Komand’r había facilitado ese proceso, antes tenía que tener salidas de oxigeno y refrigeración para evitar el maldito calor, pero en este momento ya había sido demasiado teatral con el casco, era mejor salir del drama o terminaría pareciéndome al payaso.

–Veras. –Dije luego de removerme los cabellos y acomodar el casco en su escritorio. –Solo necesito un par de respuestas, estoy buscando a un tipo, Europeo de paso… Sabes que como buen norteamericano, no se me da Europa… Quizás te sirva que lo encuentre rápido, pero por alguna razón ajena a mí, lo que queda de la CIA no tiene mucha información sobre el hombre. –Suspiro e inclino la cabeza hacia un lado. –Estoy formando una especie de ejército, para contrarrestar un ejército de locos y necesito a este criminal de mi lado… Nada personal. –Le podría pedir ayuda a Harry, pero realmente necesitaba gente tan lunática como para entrar a Gotham y enfrentar a los hombres bajo el mando del payaso, se tomarían la ciudad y pronto él país… The Joker había pasado a ser un simple lunático al padre de todo el caos, ese era un título que le permitía hacerse con el favor de todos los enfermos.